jueves, 25 de noviembre de 2010

CEMENTERIO DE GUAYAQUIL: patrimonio cultural y su arte esculpido en marmol

Majestuoso a simple vista con su color blanco predominante y a las faldas de nuestro querido cerro del Carmen, el silencioso cementerio de Guayaquil va más allá de sus límites de camposanto convirtiéndose así en un magnifico museo donde la escultura se mezcla con la historia. 
Al atravesar sus puertas, una ciudad independiente se devela, se desnuda ante nosotros, mostrándonos su  arte  imponente y vivo.
 Declarado patrimonio cultural de la nación en el 2003 y también reconocido como  uno de los mejores cementerios de Latinoamérica,  nace en 1814 cuando el corregidor de la ciudad vasco y pascual decidió el establecimiento del cementerio, eligiendo el sitio donde había existido mucho tiempo atrás una cruz y una piedra toscamente esculpida que decía estar enterrado allí Manuel de Estacio, quien fue uno de los fundadores de Guayaquil. Se eligió un terreno al pie del cerro cercándolo de estacas incorruptibles, dividida el área en dos secciones por una calle central de piedra, al fondo una capillita y el todo asegurado por una puerta fuerte y bien cuidada. 
Es así como este fastuosa necrópolis se levanta;  nace con la sociedad guayaquileña que mezclada con sangre europea da diferentes tintes a este establecimiento donde los muertos son razón para dar a luz arte e historia. Palmeras, acacias, algarrobos, cubren a la ciudad blanca dando sombra a las almas que se esconden en el más allá y su ostentosa puerta principal reza la siguiente leyenda: ‘hic novae porta est’ cuyo significado en español se traduce a ‘ esta es la puerta a una nueva vida’ reflejando la paz y el refugio encontrado detrás de la misma.
Pero que hace de este cementerio- que por cierto es el más antiguo de la ciudad- un patrimonio? Sin ninguna duda la belleza de sus tumbas que se engalanan con los mejores estilos artísticos dejándonos así un legado cultural valiosísimo. Doncellas que ensombrecen su rostro con el lamento de alguna perdida, niños que dirigen su mirada al cielo con esperanza , ángeles y querubines cuyas alas se expanden libremente y quieren alzar vuelo, jóvenes que con su mirada profunda y suplicante se sientan a esperar eternamente, hombres postrados suplicando el perdón por algo cometido, mujeres que con sus hermosos mantos se acuestan  a descansar  con sus manos entrelazadas; son los retratos perfectamente perfilados en piedra  que se erigen sobre los sepulcros desbordando suntuosidad.
Pequeños palacetes, templos y capillas incrustados con blancas cruces enormes, figuras de Cristo con sus redentores brazos abiertos, caminos que son guiados por columnatas en su mayoría corintias, escaleras que conducen a magnificas criptas al aire libre, monumentos de carácter desafiante que yacen en algunos mausoleos;  todas estas obras construidas en mármol, ingrediente que toma el protagonismo del lugar.
Los estilos que se dan en las mismas no se ajustan a un periodo: el neoclásico, gótico, barroco, renacentista y modernista son las escuelas que predominan y se mezclan en el cementerio; al menos en la parte de 1,5 hectáreas que corresponden a la parte declarada patrimonio nacional.
‘Tanta elegancia para la muerte’ son algunos de los comentarios que se escapan por ahí cuando  refiriéndose al general de Guayaquil. Y es que debe ser así porque aquí se encuentran algunos de los personajes más sobresalientes de la historia de nuestro país: próceres de la independencia, ex presidentes, historiadores, poetas, escritores tal como Víctor Emilio Estrada, Eloy Alfaro, julio Jaramillo, Jaime Roldos aguilera, José Joaquín de Olmedo, Vicente Rocafuerte, Pedro Carbo, Dolores Sucre entre otros.
El cementerio general de la perla del Pacifico es sin lugar a dudas digno de ser visitado, es un legado que se convierte en un ejemplo representativo del arte en nuestra ciudad. Valiosísimo entonces su titulo de patrimonio cultural de la nación.





por Adriana L. Bernal 


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